La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una forma de psicoterapia que se centra en identificar y modificar patrones de pensamiento y comportamiento negativos o disfuncionales. Entre sus técnicas principales se encuentran:
Consiste en identificar pensamientos distorsionados o negativos y reemplazarlos por otros más realistas y positivos. Esto ayuda a cambiar las percepciones y respuestas emocionales del paciente.
Se utiliza para tratar fobias, trastornos de ansiedad y otros problemas, exponiendo gradualmente al paciente a las situaciones o estímulos temidos para reducir la ansiedad y el miedo asociados.
Incluye técnicas para mejorar habilidades sociales, manejo del estrés, resolución de problemas y regulación emocional, facilitando una mejor adaptación a diferentes situaciones.
El paciente lleva un diario donde anota pensamientos, emociones y comportamientos en diferentes situaciones, lo que permite identificar patrones y áreas a trabajar en sesiones posteriores.
Se emplea para aumentar conductas deseables mediante recompensas o refuerzos, y reducir conductas no deseadas mediante eliminación de estímulos o consecuencias negativas.
Incluye técnicas como la respiración profunda, relajación muscular progresiva y mindfulness para reducir la tensión y la ansiedad.
Estas técnicas se combinan y adaptan según las necesidades específicas de cada paciente, con el objetivo de promover cambios duraderos en su comportamiento y pensamientos.